Nadie dijo.
Todos creían entender
Simplemente tener la verdad
Cada uno, en su mano.
En sus pies.
Nadie hablo.
Los genios acusaron al culpable.
De repente, los sabios hostigaban.
Divulgaban su opinión.
Nadie grito. Ella no grito.
Una mujer lloraba.
Como una nena.
Caminaba y lloraba.
Y por intervalos,
Casi no respiraba.
Nadie preguntó.
Se saturaron, explotaron.
Y se escondieron.
En un callejón sin salida.
Nadie miro.
Alrededor. El interior.
No pudieron abreviar.
Casi como desconocidos,
Se arrancaban la piel
sin pensar.
Nadie escucho. Más allá de la voz.
Solo se podía acusar. Condenar,
Para lavar el propio error.
Omitir la culpa,
Y la insatisfacción.
La tristeza protagonista
Es que hoy,
Nadie dijo, nadie hablo,
Nadie grito, ni pregunto.
Es que ayer, y hoy.
Nadie supo mirar,
Y mucho menos
pudieron escuchar...